Análisis de Super Monkey Ball 3D

No sin mucha pena me doy cuenta de que Sega aún no ha entendido lo que convirtió al Super Monkey Ball original en todo un éxito en Gamecube hace justo diez años. Era un juego arcade, intuitivo y diseñado para provocar que buscaras superar tus puntuaciones y tiempos. Para los que querían pasar simplemente por los niveles, era genial, y para los que querían encontrar todos los atajos y las rutas más rápidas, era aún mejor.

Un concepto brillante, un juego que tiene atractivo para todos y un verdadero clásico. ¿Hacia dónde fue Sega desde entonces? Bueno, las continuaciones nunca han sido el punto fuerte de la compañía, ya las hagan o no quieran hacerlas. El segundo juego se ambientaba en un parque de atracciones, todo era más grande pero menos directo. Después se llevaron a los monos de aventura en Super Monkey Ball Adventure, y cuando lanzaron Super Monkey Ball: Banana Blitz ya habían cambiado el diseño de los simios hacia algo alejado del típico aspecto chulo que recordamos y amamos de Sega. Luego nos convertimos en monos rodantes con Super Monkey Ball: Step & Roll, y me he dejado adrede los juegos portátiles.

Esto nos lleva a Super Monkey Ball 3D, con el que es obvio que Sega no ha querido intentar atraer a los que amaron el original. En lugar de eso, el título está diseñado para críos. De los ocho mundos disponibles, solo los dos últimos ponen algo de reto. Por lo tanto, tienes que intentarlo aposta para caerte de una pista repleta de quitamiedos.

Me llevó hora y media pasar todos los niveles del juego, y me dejaron sin ninguna gana de volver y superar mis tiempos. Simplemente, los niveles no son lo suficientemente buenos, y gracias a las ranuras y barreras estoy seguro de que mis cronos son muy decentes sin siquiera intentar marcar récords. No te deja improvisar y no hay espacio para los atajos: no encontrarás aquí lo que hizo genial a Super Monkey Ball. Lo que ves es lo que hay, y lo que hay es un diseño de niveles mediocre.

La idea es que puedes jugar Super Monkey Ball 3D tanto con el circle pad analógico como con el sensor de movimientos giroscópico. Pero para usar el sensor debes bajar el volumen 3D (quitarlo, pues parpadeará si giras la consola). Intenté jugar con los efectos 3D activados y sentí un mareo inmediato. Los ojos intentan detectar el efecto 3D mientras sientes que te has subido a una montaña rusa barata.

Debería decirse que incluso sin el efecto 3D, el control por movimiento no es perfecto. Intenté controlar a Baby por el primer mundo (inspirado en el original) y en otro con una temática de Oriente Medio antes de dejarlo por imposible. Puse el 3D y usé el circle en su lugar (está bien que te dejen escoger el método de control antes de cada nivel). Así es mucho más fácil de manejar. Mejor, pero aún no perfecto.

Super Monkey Ball está diseñado para jugar con dos sticks analógicos. Aquí me tengo que conformar con uno, y siento que será una especie de talón de Aquiles de la Nintendo 3DS de ahora en adelante. La cámara hace lo que puede para estar al tanto y ofrecerme un buen ángulo, pero es lenta para esa tarea. Al final, Super Monkey Ball 3D es una experiencia mediocre. Pero aún hay más... ¿lo salvarán los minijuegos?

No, no ha habido suerte. Es todo lo contrario, de hecho. Sega ha incorporado Pelea Simia y Carrera Simia en el paquete. El primero, que suele ser divertido, es en esta ocasión una versión terrible de Super Smash Bros. Brawl, con una IA que me pone de los nervios.

Y se pone aún peor. Carrera Simia es un clon de Mario Kart con físicas horribles, horrorosos circuitos y objetos sin equilibrar. Teniendo en cuenta que Sonic & SEGA All-Stars Racing tiene una versión bastante decente y entretenida en Nintendo DS, es inexplicable que Sega sólo sea capaz de esto.

Unos buenos extras podrían haber levantado la calificación de Super Monkey Ball 3D hasta una nota decente, pero como los minijuegos sólo desacreditan aún más un título que es mediocre en esencia, no puedo recomendar su compra. Super Monkey Ball sigue siendo un concepto brillante, sólo deseo que Sega vuelva a sus raíces y recupere las cosas que lo convirtieron en un clásico. Estoy seguro de que esas cosas no eran minijuegos desastrosos, falta de desafío, cámara torpe o diseño de segunda.