Análisis de Fimbul

El año pasado pudimos disfrutar del mejor juego de temática nórdica jamás creado. En 2018, la franquicia de God of War pasaba de sus raíces en la mitología griega a los nueve mundos de la era vikinga, consiguiendo en la modernización un éxito increíble. Puede que sea difícil sacar al mercado un juego de temática nórdica cuando hace tan poco que se subió el listón, pero Zaxis lo ha intentado y ha obtenido resultados encontrados.

El juego empieza cuando escapas de un edificio en llamas en un pequeño pueblo vikingo. Fimbul usa esta breve introducción para enseñarte los movimientos básicos y las mecánicas para ir atravesando el mundo, que funcionan lo suficientemente bien para el estilo de juego que es. Te enseñan cómo moverte, esquivar, rodar y escalar para escapar. Usarás todo a medida que avance el juego. En esta etapa inicial tuvimos algún que otro problema con la cámara, pero afortunadamente los amplios espacios invernales en los que se desarrolla la mayor parte del juego no nos hacen sufrir tanto los movimientos impredecibles de la cámara.

Una vez has escapado, casi instantáneamente te metes en una pelea. El sistema de combate es básico, tienes que bloquear, esquivar y atacar continuamente haciendo uso de cuatro elementos: escudo, espada, hacha y lanza. Al principio los enemigos parecen ser fáciles de derrotar, como a menudo lo son en los primeros pasos, pero en Fimbul los soldados estándar nunca suponen una gran amenaza. Es fácil aturdirlos presionando unos cuantos botones para luego derrotarlos con dos o tres golpes, y el combate sólo aumenta de dificultad cuando llegan enemigos más grandes y jefes. A medida que progresas vas aprendiendo movimientos especiales, pero la habilidad de curación fue la que más útil encontramos.

El combate se ve interrumpido por unas cuantas partes en las que debes procurar ser sigiloso y por alguna tarea de exploración. Estas partes de sigilo se resumen en evitar la que un troll te vea mientras vas un área y encuentras runas que activar para llegar a la siguiente etapa. Lamentablemente, estos estilos están poco desarrollados en el juego y apenas se utilizan. Aunque las mecánicas de sigilo podrían mejorar, agradecimos el cambio de ritmo para descansar del combate, que se puede hacer repetitivo, y nos decepcionó que sólo hubiese dos partes así.

A la exploración le pasa algo parecido. Una vez has combatido en un escenario, puedes relajarte un poco mientras encuentras las tres runas que te permitirán avanzar. En este punto el juego aún sigue una estructura lineal, pero hubiese venido bien que existiesen múltiples caminos que seguir para encontrar las runas para así poner coleccionables opcionales y pequeñas pistas de la historia nórdica para dar cuerpo al mundo.

Afortunadamente, la historia de Fimbul nos da motivación para progresar en la partida, aunque sea bastante ambigua y requiera un conocimiento básico en temas vikingos, historias nórdicas y, específicamente, los eventos del Ragnarok. Las escenas narrativas se presentan en forma de cómic, a menudo son conversaciones entre varios personajes y pueden ser difíciles de seguir. La forma en que el diálogo de cada personaje aparece dentro de la tira puede causar confusión y se puede dar el caso de no saber qué líneas leer ni en qué orden, pero la mayoría de veces pudimos captar el sentido. Hubiese sido preferible que las escenas se hubiesen doblado, esto habría aportado claridad para comprender mejor la historia.

Estas secuencias de estilo de cómic también desentonan con el estilo visual del juego en general. Es una especie de mezcla entre Ico y Rime y la atmósfera es solitaria, con un personaje pálido y caricaturesco que destaca en comparación con el fondo, que es más realista. Aunque algo desarticulado, nos ha gustado mucho el estilo gráfico peculiar de Fimbul. Al igual que en el ya mencionado Ico, no nos cabe duda de que es un gusto adquirido. No encontramos una explicación para el estilo cómic de las escenas de corte, ya que una estética más parecida al juego en sí habría funcionado mucho mejor.

Aunque aprobemos el estilo artístico, el juego decepciona un poco a nivel técnico. No hay problemas que lleguen a estropear la partida, pero nos topamos con parones extraños, malas transiciones y una cámara que muchas veces tenía vida propia. Durante una batalla contra un jefe hubo caídas por debajo de los 30 fps y el juego se ralentizó. Afortunadamente, la falta de dificultad implica que ninguno de estos problemas estrese en exceso, pero sí hacen que el juego parezca poco pulido, incluso para ser un título de bajo presupuesto.

Fimbul comienza a ponerse la zancadilla a sí mismo hacia el final del juego. La dependencia excesiva de las mismas secuencias de combate con más enemigos y las frecuentes peleas repetitivas con jefes se llevan la singularidad que la primera mitad del juego tiene. El equilibrio entre el combate, el sigilo y la exploración se pierde por ofrecer una falsa sensación de satisfacción al final del juego, que puede funcionar temáticamente pero no lo favorece. Fimbul es entretenido, especialmente para aquellos que tienen un gran interés en la mitología nórdica, pero los problemas técnicos, el confuso diálogo en los cómics y el exceso de combates básicos de hack and slash hacen que, en general, no cumpla con la expectativa creada al comienzo de la aventura.