Mortal Kombat (2021)

No tenía grandes expectativas con esta película. Llevo esperando mucho tiempo la nueva adaptación que Warner Bros. ha estado preparando del exitoso clásico de culto de Ed Boon. Pero un director debutante, un casting barato y un presupuesto relativamente bajo ya presagiaban una película que podría no impresionar, y eso es justo lo que ha pasado. Esto... Esto no impresiona.

La historia se toma algunas libertades respecto a lo que se cuenta en los juegos de Netherrealm, pero al mismo tiempo se las arregla para estar repleta de fanservice y capturar por completo la mismísima esencia de lo que hace a Mortal Kombat lo que es, Mortal Kombat. Aquí seguimos al luchador de Artes Marciales Mixtas, Cole Young, que, tras haber sido todo un campeón, ahora pelea por migajas en un sótano y pierde cada combate al que se lanza. Ya no tiene chispa, su fuego interior no arde. Aun así, cuando el malo malísimo Shang Tsung y sus compinches del Outworld se proponen destruir la Tierra tras una fraudulenta victoria en el décimo torneo de Mortal Kombat, Jax y Sonya Blade le encargan la tarea de ayudarles a evitar que esto ocurra.

Cole, Jax, Kano y Sonya viajan a un templo subterráneo en el que Raide, Liu Kang y Kung Lao deambulan para dar forma al 'equipo' que se propone detener los malévolos planes de Shang Tsung, Sub-Zero, Mileena y Kabal. Pero claro, primero tienen que entrenarse y, mientras lo hacen, 'descubren' sus superpoderes, algo que solo sucede cuando hallan su chispa interior.

Mortal Kombat (2021) arranca con una escena de nueve minutos en la que Sub-Zero masacra a la familia de Scorpion durante una emboscada en las afueras de un pequeño pueblo japonés en algún punto del siglo XVIII. Escena de la que, por cierto, podéis ver 7 minutos gratis aquí. Nunca sabremos por qué, o a dónde lleva esta pelea. Esto, junto con la ingente cantidad de exposición que el director Simon McQuoid mete en el segundo acto, en el templo subterráneo regido por el dios del trueno Raiden, da forma a una película tan irreflexiva como descuidada en cuanto a narrativa. Nadie (y yo menos) esperaba que esto fuera una obra maestra, dado que los juegos de Ed Boon siempre han transmitido un aire de peli de serie B cutre, pero, aun así, esta cinta se toma a sí misma demasiado en serio y, a nivel de guion, es un desastre.

Mortal Kombat va dando tumbos en el espacio y el tiempo, las peleas son constantemente interrumpidas por lentos elementos de la historia y Simon McQuoid empuja, aprieta y fuerza el ritmo y la estructura para intentar justificar su existencia. Además de esto, los esfuerzos interpretativos del reparto son malos, en el mejor de los casos. La mayoría de los involucrados parecen estar leyendo carteles.

A esto hay que sumar unos malos diseños de producción que, o bien consisten en escenas en las que el que trabajaba con el croma no tenía experiencia, o bien se van a escenarios de cartón que parecen diseñados por un preescolar. Los efectos por ordenador que dan vida al humo, al fuego, a los láseres y otras tantas cosas, junto con el diseño de Goro, la bestia gigante de cuatro brazos, dejan también mucho que desear.

Desafortunadamente, la nueva Mortal Kombat es una película mala. Hay pequeños destellos de luz, como una pelea final que no vamos a destripar, pero en general las coreografías están faltas de imaginación, las acrobacias deslucidas y el grueso de peleas es muy lento, además de que el guion es ridículo. La parte central, en torno a los 40 minutos, es horrible y, a pesar de esa deliciosa pelea final, el cómputo general es una auténtica decepción.