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Far: Changing Tides

Análisis de Far: Changing Tides

En esta pieza complementaria de FAR: Lone Sails, que continúa la historia del primero, veremos que Toe, el protagonista, abandona a su coloso terrestre por una embarcación marítima.

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Aunque ya nos queda lejos la revolución indie, una época mágica en la que daba la impresión de que un número infinito de estudios había saltado a la palestra gracias a la distribución digital y a que el coste del desarrollo y la concesión de herramientas eran inferiores a la media, todavía hay ocasiones en las que notamos sus consecuencias. La influencia de Limbo y de Inside, los dos grandes (y únicos) títulos del estudio danés Playdead son ejemplo de ello, y sus videojuegos de plataformas lineales y limitados por el 2D, que tenían un aspecto deprimente, evocador y una narrativa sencilla, le allanaron el camino a un montón de gente, tanto a copiones descarados como a seguidores que se inspiraron y que le dieron un toque personal a los mismos principios básicos.

FAR: Lone Sails, del estudio alemán Okomotive, pertenece a este último grupo y, aunque es evidente que jugó con las mecánicas principales, puesto que te dejaba pilotar un vehículo terrestre (que es enorme y se parece a una taladradora) por un paisaje postapocalíptico y dejado de la mano de Dios; la idea general de que un don nadie diminuto fuese explorando tierras peligrosas se remonta narrativamente a Playdead.

Resultó ser un éxito, quizás gracias a la configuración del control del vehículo, y por eso a nadie le pilló por sorpresa que Okomotive preparase una continuación o una "pieza complementaria", como ellos lo llaman, conocida oficialmente como Far: Changing Tides. A pesar de que no es una segunda parte directa, sí que transmite la misma sensación mágica del sitio y también se vale de la idea de que una personita pilote una máquina gigante.

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Y, ¿por qué le dedican tanto tiempo a algo pasado? Bien, para volver a esos orígenes, pero también porque Far: Changing Tides trata de mantener a raya las expectativas del público y no cambiar mucho un producto que ya funciona, y quizás sea ese el motivo por el que se trata de una pieza complementaria.

La historia sigue siendo borrosa. El mundo se ha terminado y ha dejado atrapado en la rutina a otro protagonista, Toe, un hombre (o mujer, es difícil de saber) que quiere marcharse de una nueva ciudad inundada que fue abandonada hace mucho tiempo. Por qué se ha decidido eso, por qué el mundo se ha paralizado y por qué Toe ha sobrevivido mientras otros no lo han hecho es un misterio. Te dan algunas pistas, claro, pero básicamente es la historia del juego original, que explicaba de forma ingeniosa que nuestro protagonista había ido de trotamundos con su mastodonte terrestre durante años, y es ahora cuando somos testigos de la culminación de este viaje sin igual. Él (o ella... vale, ya paro) sale nadando de la ciudad inundada, encuentra al parecer la embarcación flotante y zarpa. Es un comienzo raro para una primera hora de juego rara, cuando menos.

Aunque, a fin de cuentas, este barco llega a ser igual (o incluso más) avanzado cuando lo controlas que su equivalente terrestre del primer juego, durante más o menos los primeros 40 minutos de juego lo impulsan el viento y las velas. Si has jugado a Sea of Thieves, ya te haces una idea de lo poco gratificante y lo engorroso que puede resultar ajustar todo el rato las velas según el viento, y pues... te sientes impotente. Por suerte, no tardas en hacerte con un motor que se convierte en la fuente principal de aceleración y, por consiguiente, ahí empieza el patrón que ya conocemos de dirigir el barco, cuidar del motor con nuevas fuentes de combustible, mantener un nivel de calor estable y lidiar con cualquier problema que pueda ocasionar una ventisca o un manguerazo, en función de la situación.

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La vista es desde el mismo plano 2.5D, tiene las mismas plataformas que ya conocemos de su predecesor y que no dejan a uno del todo satisfecho, y utiliza la misma estructura de puzle, es decir, que hay que quitar obstáculos, girar manivelas, colocar vagones y torres de agua para que tu barco pueda pasar. Es la historia de siempre y, aunque no haya cambiado mucho más allá de la superficie por la que te mueves, no es motivo para quejarse.

Porque FAR: Changing Tides sigue siendo una experiencia increíblemente evocadora, gracias a que cuenta con algunas vistas preciosísimas y una música fantástica compuesta por Joel Schoch. Es un viaje, uno en el que no se dice, se explica o se muestra mucho directamente, pero es un viaje que vale la pena recordar a pesar de todo gracias a unos puzles ingeniosos, un pilotaje que te compromete físicamente y una forma de desbloquear secuencialmente las funciones principales del buque, que siempre incorpora nuevos sistemas que tendrás que mantener.

Por desgracia, no es perfecto, y el motivo principal de ello es... el agua. El agua, por naturaleza, es resbaladiza, inestable y va por libre. Suena obvio, pero es verdad. No hay nadie que directamente prefiera navegar que conducir, y no tienen nada que ver los niveles de agua en comparación con los niveles de una base sólida bajo tus pies, y FAR: Changing Tides sí que pierde parte de su solidez debido a este cambio central. No me ha resultado tan satisfactorio pilotar el barco como la embarcación terrestre del primer juego. Y luego viene la historia. Capto lo de que está infravalorado, pero una señal de crecimiento habría sido centrarse más en la motivación central de la trama para que este personaje quisiera viajar y escapar. No, no se necesita diálogo, o ni siquiera incluir a otros personajes, pero quizás una narrativa más relacionada con el ambiente le habría dado un empujoncito al jugador para hacer más preguntas y tener más curiosidad para descubrir el qué, cómo y quién. Tal y como está hecho, esto no se consigue. Quizás ese sea el objetivo, pero sería estupendo que pudieran crear un mito, ya que no cabe duda de que Okomotive tiene más ideas y quiere dedicarle más tiempo a este mundo.

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A fin de cuentas, o del viaje, por así decirlo, la premisa principal de Far: Changing Tides es sólida, una en la que sí que te da la impresión de que eres quien pilota este barco ingente a la par que frágil y que necesita que le prestes atención, y también de que este viaje es una cuestión de vida o muerte. Lo que quiero decir es que funciona, pero si no incluyen las mejoras de verdad o los elementos nuevos propios de una secuela, a la próxima no les irá tan bien.

08 Gamereactor España
8 / 10
+
El estilo artístico es bonito. La música es fantástica. La premisa central es sólida como una roca. Los puzles son ingeniosos. Una segunda parte encantadora. Han mejorado la estructura.
-
Le falta una historia más directa. Es como si fuera Lone Sails 1.5. Sustituir el vehículo terrestre por un barco no ha sido una decisión inteligente.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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Far: Changing TidesScore

Far: Changing Tides

ANÁLISIS. Autor: Magnus Groth-Andersen

En esta pieza complementaria de FAR: Lone Sails, que continúa la historia del primero, veremos que Toe, el protagonista, abandona a su coloso terrestre por una embarcación marítima.



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