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Hyrule Warriors

Hyrule Warriors - impresión final

Qué intensidad. Pasadas varias misiones y horas, esperamos recuperar pronto a Zelda y que lo que queda de camino sea igual de divertido.

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No me lo esperaba. Creía que me iba a costar, que iba a tener que poner de mi parte para avanzar en Leyenda (modo principal) de Hyrule Warriors. He jugado a varios Dynasty o Samurai, y creo que la fórmula tiene su gancho, pero no me he acabado ninguno.

Pues bien, el arranque de este juego descubre lo que pueden aportar el carisma de un universo querido y una introducción progresiva y cuidadosa a un sistema desconocido para muchos. En lugar de esforzarme, he cancelado todo lo que iba a hacer después de mi partida, porque ese después iba a ser demasiado tarde. Así absorbe la colaboración inédita (con permiso de Metroid: Other M) entre Nintendo y Tecmo Koei para Wii U.

La Princesa Zelda (al final no es la Reina) duerme inquieta en sus reales aposentos, previendo malos rollos. En la mesita de noche, dobladitas por Impa, esperan las ropas verdes reservadas para el Héroe que vendrá a echarle un cable. A las fronteras del reino de Hyrule, efectivamente, las más variopintas tropas de todos esos enemigos que le han dado la lata a varias reencarnaciones de Link en otros tiempos, se preparan a las órdenes de una hechicera llamada Cya cuyo escote y volúmenes Dead or Alive pegan tan poco como las escenas CGI. Pero es que, como te pongas quisquilloso con los disparates y herejías que nunca tendrían cabida en un Zelda principal y que aquí ocupan la pantalla a cada rato, no disfrutarás de este divertidísimo juego de acción.

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Atrevimiento y respeto, por raciones.
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Es muy, muy japonés, y muy, muy Warriors, pero también está absolutamente integrado en el universo Zelda. Por mucho que sorprendan esas barbaridades, está claro -de momento juzgando por las primeras misiones- que este juego se ha hecho ingeniando cómo serían las batallas de ejércitos en Hyrule, y no cogiendo un Dynasty y cambiando los generales nipones por lizalfos.

La historia, lógicamente, no hay por dónde cogerla. A ver qué excusa te sacarías tú de la manga para rodear las tierras de un Hyrule moderno y sobresaturado con las versiones pastel de Wii, sepia de Gamecube y poligonal de N64. Y aun así, el relato se realiza con el estilo de vidrieras y pinturas de alto contraste típico de la serie. Las situaciones entre los personajes son ridículas, muy bobas. Y aun así, estás deseando avanzar para ver cuál se esconde en el siguiente escenario nostálgico, esperando ser desbloqueado y unirse a tus filas. Por cierto, ¿dónde está la princesa Zelda? Se separó del grupo al principio y ahora hemos partido en su busca, mientras intentamos comprender de qué va esa hechicera con máscara veneciana y qué quiere hacer con la Trifuerza.

Todo eso es el relleno, pero lo que importa aquí es lo bien que te sientes repartiendo estopa con tus personajes favoritos, entre tus enemigos preferidos. El gustazo que da completar un combo de veinte golpes y que con el último se te llene la barra de especial, para liberarlo como guinda y barrer a 80 enemigos en 10 segundos. Tiras una bomba potenciada que ocupa toda la tele y elimina otros 20. Cargas tu barra de magia y rompes la barrera de ese aeralfos que no deja de volar y cubrirse con el escudo. Desatas la magia, rompes unas vasijas para intentar rellenar cuando estás a toque y, justo a tiempo, haces 2-3 bajas más para subir de nivel, lo que te recupera vida y te da un nuevo especial para quedarte solo. ¿Un respiro? Ni hablar: en el mapa, dos zonas más se han puesto rojas, Fay está en peligro y un bastión de los aliados está a punto de caer. Toca correr, decidir sobre la marcha dónde eres más útil y presentarte en el lugar con una entrada devastadora y espectacular. Vuelta a empezar.

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Nos pica la curiosidad: ¿qué hará que Ganondorf se convierta en un personaje jugable?
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Los personajes jugables luchan contra las hordas y su variedad contra el riesgo de monotonía. Puede que quieras mejorar siempre a Link porque es más o menos el prota, pero para cada reto hay uno recomendado por sus movimientos y armas, por lo que al final terminas por preparar al que te conviene. A distancia, cuerpo a cuerpo, ataques de área, agilidad, contundencia... hay para todos los gustos (nos encanta Sheik), y los diseños de estos guerreros no son sólo respetuosos, sino que algunos estarían a la altura en un Zelda. Normal que hayan invertido tanto talento artístico aquí, cuando quieren vender trajes DLC...

Luego, como decíamos, está muy bien explicadito, y así -y esto es muy importante- la experiencia no abruma con tantísimos parámetros, mejoras de estilo RPG, posibilidades de personalización y demás. Cuando un Zelda te daría un tutorial de tres horas al principio, aquí todo el modo Leyenda camufla lecciones in-game, y sin quererlo vas aprendiendo todos los mecanismos y aprovechándolos de forma natural, sin dejar de avanzar. No te voy a contar aquí cómo funcionan las insignias, la armería, la afinidad elemental, las habilidades transferibles de arma, el modo con cartas y estilo retro o la compra de subidas de nivel, pero no te preocupes porque sólo te hace falta saber que existen para hacerte una idea de las posibilidades; el juego te enseñará el resto sin que te enteres. Vaya, una evolución lógica en una serie tan madura como Warriors, y también una idea de la que podía tomar nota Aonuma.

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"Amo, hay un 98% de probabilidad de que me ponga celosa de tu hada Proxi y del resto de chicas de este juego".

Ahora, después del subidón, lo que no convence por el momento. En primer lugar, unas bajadas de framerate que no molestan demasiado recorriendo el mapa en cambios de sección, pero que sí desconectan del frenesí cuando ralentizan la acción en el centro de un bastión, rodeado de un centenar de esqueletos. Luego, un doblaje -de cuatro líneas para contar la historia, no de los personajes- que está en inglés (aunque, oye, aprenderás que Sheik se pronuncia ‘Sik' y que Hylia se pronuncia ‘Hailia'-como ‘Hairul'- y no ‘Hilia'). Por otro lado, si bien el trabajo musical está a la altura de la serie -y esto también es muy importante- con referencia constante y arreglos de temas famosos y más tapados, los convertidos en guitarreo machacón chirrían y pueden cansar, por mucho que vayan con la locura en pantalla. Finalmente, partiendo de que es un juego de barullos por naturaleza, hay momentos en los que las prioridades no quedan demasiado claras y/o la dificultad hace picos súbitos en ambos sentidos.

Pero me duele el dedo gordo derecho como hacía tiempo. Es muy buena señal de lo intenso y adictivo que es Hyrule Warriors, al menos en sus primeras cinco-seis horas. Quitando todas las patadas al canon y el estilo algo macarrilla, este juego puede ser la mejor (¿única forma?) de reunir tantos elementos de la querida serie de aventuras en un desenfadado "Greatest Hits" al que recurrir en partidas rápidas. Puede ser la mejor puerta de entrada para que el concepto Warriors se haga realmente apetecible a mucha gente, y una buena sesión anti-estrés. Puede ser como tener una recreativa de Zelda en tu casa.

Ojalá confirmemos esos ‘puede' en unas semanas con el análisis de Hyrule Warriors, cuando comprobemos cómo aguanta la propuesta en cantidad, reto y variedad rebasadas las 10 horas de juego sin cooperativo online, y si las salidas de tono no se pasan de la raya. De momento, la cosa pinta muy bien.

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