Lightning Returns: Final Fantasy XIII - Impresiones

Tras haber jugado a Lightning Returns: Final Fantasy XIII la semana pasada, he de reconocer que el juego me ha sorprendido y sobrecogido. No sé ni por dónde empezar a narrar mi experiencia. Siendo totalmente honesto, nunca he sido muy amante de Final Fantasy XIII. Era un juego demasiado lineal y no disfruté del sistema de juego tan automático. De hecho, ni siquiera me interesó la historia y, por si fuera poco, no le cogí nada de cariño al personaje principal de Lightning.

No es que odiase el juego ni nada por el estilo, pero no era el Final Fantasy que me esperaba. Cuando jugué a Final Fantasy XIII-2, me empecé a animar porque era obvio que Square Enix había escuchado las críticas. Y ahora, con Lightning Returns, la sensación que tengo es que Square Enix podría acabar la trilogía por todo lo alto. Es importante recordar que apenas he pasado una hora con un juego que los desarrolladores aseguran que durará unas 50 horas, así que el veredicto final tendrá que esperar.

Lo primero que me sorprendió fue el hecho de que esta vez estamos solos. Por lo general, en los Final Fantasy guiamos a un grupo de personajes durante sus aventuras, pero esta vez Lightning tiene que salvar el mundo solita. Para animar aún más las cosas, Lightning puede usar tres trajes diferentes en combate; es decir, sus trajes tienes más importancia en Lightning Returns: Final Fantasy XIII.

Lightning es tres personajes en un solo cuerpo, y cada uno tiene su propio indicador de combate. Eso implica que puedes realizar potentes ataques en salto con el traje Dragoon, lanzar bolas de fuego en un bello traje de noche y rematar al enemigo con ataques de agua tras pulsar un botón con el que Lightning se pone un bikini. Obviamente, no hay nada de realismo ni ninguna lógica detrás de este sistema (hasta Madonna y Britney Spears necesitan unos segundos para cambiarse), pero resulta ser un sistema muy divertido que nos recuerda a los Final Fantasy de antaño.

Esto se debe al número de trajes que tiene Lightning a su disposición, que en muchos casos se basan en los antiguos trabajos de Final Fantasy, como los magos negros y demás. Para alguien cuya entrega favorita de la franquicia es el injustamente ignorado Final Fantasy V, es un verdadero placer ver que se ha reciclado el sistema de trabajos de esta forma. En total habrá unos 80 trajes, aunque más de la mitad serán de fanservice con referencias a los juegos antiguos.

Otra cosa que agradezco del juego es la libertad. Final Fantasy XIII no permitía explorar demasiado, pero aquí se nos presenta lo que parece ser un mundo abierto. Sí, tiene sus limitaciones, pero esta vez da más la sensación de ser un juego de rol. En la versión previa que probé, me mandaron encontrar a un chocobo blanco. Se hace patente, una vez más, lo japonés que es el juego cuando me dicen que es un chocobo muy especial; de hecho, es sagrado y solo responderá ante un individuo especial al que llevará a un lugar secreto.

La suerte ha querido que Lightning sea esa persona elegida y, cuando encuentra al chocobo, resulta que está herido y que hay que cuidarlo al más puro estilo Tamagotchi. Fui a buscar leche de cabra y hablé con gente con la esperanza de conseguir algo útil. Cumplí las misiones secundarias y disfruté de la experiencia, aunque todo cuanto estaba haciendo era cuidando a un pájaro blanco y dándole de comer semillas, vestida con algo que haría sonrojar a Jean-Paul Gaultier.

Pese a lo absurdo de la situación, me importa lo que está pasando. Quiero saber más y, cuando se acaba mi sesión de juego, no me apetece soltar el mando. Lightning Returns: Final Fantasy XIII es un juego muy moderno, pero que todavía mantiene la esencia especial de los Final Fantasy. Pero no todo es maravilloso; hay un detalle del concepto que me preocupa.

La aventura se desarrolla 500 años después de Final Fantasy XIII-2, lo cual ha supuesto un regreso a temáticas más fantásticas. Y solo quedan 13 días para el fin del mundo. Ese es el tiempo que tiene Lightning para salvar el mundo. Hay un reloj invisible que no deja de correr. Todo cuanto hagas llevará su tiempo y querrás evitar algunos combates para ahorrar tiempo. Si huyes de un combate, sufrirás una penalización de tiempo aún mayor. Y si se te acaba todo el tiempo disponible, será el final del juego.

En mi opinión, no es muy recomendable eso de ir contrarreloj en un juego de rol. A mí me gusta explorar a mi ritmo las cosas, disfrutándolo, haciendo misiones secundarías, etcétera. Square Enix promete que podremos volver a empezar el juego conservando todo lo que hemos conseguido durante la primera partida (Nueva partida +) y explorar así el contenido que hemos pasado por alto; pero, para mí, este concepto no es el ideal. Por supuesto, esto es algo que se verá con calma en la versión final del juego.

El cronómetro también nos deja cosas positivas. Hace que el mundo esté más vivo. Por primera vez en la franquicia Final Fantasy, nos encontramos con un mundo vivo y real que avanza tanto si el personaje interactúa con él como si no. La gente regresa a sus casas por la noche. Cocinan y se encargan de sus asuntos. No están ahí para interactuar con Lightning. El tiempo pasa y el día se convierte en noche, la noche en mañana, etcétera. No es una idea muy novedosa en los videojuegos, pero es algo significativo para una entrega de Final Fantasy, que añade una nueva dimensión a la franquicia.

Resumiendo, mi breve experiencia con Lightning Returns: Final Fantasy XIII me ha sorprendido positivamente. Parece que Square Enix se ha tomado muy a pecho los comentarios de sus predecesores. Me he preocupado por el bienestar de Lightning, he disfrutado del maravilloso mundo del juego y me he bañado en sus bellos gráficos (claramente, los mejores que ha lucido la franquicia en una consola hasta la fecha). Falta por ver el impacto que tiene el tiempo límite en la experiencia, pero espero que me demuestren mi error y acabe siendo muy satisfactorio. Es posible que este sea el juego que consiga modernizar Final Fantasy sin cambiar la esencia de lo que debería ser un Final Fantasy. Al menos, eso es lo que parece.