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      Solar Ash

      Análisis de Solar Ash

      Heart Machine tiene otro juegazo entre manos.

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      Solar Ash tiene estilo. Eso es lo que destila desde el primer fotograma, en el que Rei, nuestra protagonista y exploradora del vacío, mira fijamente al agujero negro que está consumiendo su planeta. Hay muchos juegos bonitos (como Solar Ash), pero pocos rezuman tanto estilo como la continuación natural que Heart Machine está dando a Hyper Light Drifter. Las estelas rojas que se quedan flotando por la pantalla a medida que vas limpiando el mundo de la corrupción; la explosión congelada en blanco y negro que señala la derrota de uno de los excelentes jefes del juego; o, simplemente, la forma de deslizarse de Rei por el mundo con tal gracia y velocidad digna de Sonic. Todo es importante para hacer que Solar Ash sea uno de los juegos más bonitos que existen, pero, por suerte, no se cumple la máxima de que la forma es más importante que el contenido. De hecho, este juego, ambientado en un mundo impresionante e irreal, ofrece uno de los enfoques más apasionantes de los juegos de plataformas en los últimos años.

      Como habréis podido deducir de lo que hemos dicho, Solar Ash es el segundo juego de Heart Machine, después del primero, que fue el excelente Hyper Light Drifter, en 2016. La influencia del primer juego se nota en la extravagante paleta de color, que estetiza el fin del mundo más allá de lo que se merece; la velocidad y la precisión al luchar y al desplazarte; y, por supuesto, la música ominosa a la vez que melancólica de Disasterpiece. Pero, en muchos aspectos, Solar Ash parece estar muy cerca de The Pathless, del año pasado. En los dos juegos, una protagonista enmascarada llega sola a un sitio misterioso y desolado; en ambos es relevante el desplazamiento rápido y fluido; la estructura gira en torno a eliminar la corrupción del mundo para hacer salir a un jefe colosal, que deberá ser derrotado para avanzar a la siguiente zona.

      Sin embargo, mientras que a The Pathless (dejando a un lado sus obvias cualidades) le cuesta forjar una identidad propia (un problema que también padecía Abzu, el primer juego del desarrollador Giant Squid), Solar Ash se hace un buen hueco, sin despeinarse, entre la marabunta de juegos indie con aspiraciones artísticas. Es cierto que bebe mucho de otros títulos, pero esa inspiración le sirve de cimiento más que de adorno. También esconde un as bajo la manga con sus bellísimos gráficos, que nos impactan y nos maravillan a cada paso. La aventura transcurre dentro de un agujero negro, el Ultravacío, pero en la paleta de colores predominan tonos variados y potentes. El Ultravacío engulle planetas enteros y parece que, antes de llegar al de Rei, se había tragado otros, cuyos restos se hallan esparcidos a lo largo de seis grandes zonas abiertas que solo están comunicadas mediante una sustancia rosa viscosa y brillante por la que, afortunadamente, la protagonista se puede deslizar con libertad. Las diferentes civilizaciones otorgan a cada zona una identidad propia, lo cual va más allá de los algo manidos temas que solemos ver sobre todo en los juegos de plataformas, y el hecho de que el Ultravacío lo haya destruido todo y lo haya recompuesto le da una significativa aura de irrealidad al mundo. Un aura que solo se ve realzada por la espesa luz morada y naranja que suele inundar el mundo.

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      Solar Ash

      Las primeras zonas de Solar Ash son relativamente sencillas en cuanto a geometría, pero, a medida que Rei se adentra más y más en el Ultravacío, el paisaje que la rodea se va distorsionando y fragmentando. Incluso se forman pequeñas esferas en algunos lugares que nos recuerdan a los mundos de Super Mario Galaxy. Cuando el suelo por el que te acabas de deslizar se pone de repente encima de ti, lo natural sería sumirse en la confusión, pero Heart Machine se las arregla para que nunca sientas que te has perdido en los niveles. Como en Metroid Dread, en la recta final de Solar Ash consiguen que tengas la sensación de que, aunque estés en un lugar incomprensible en el que te vas a perder, eso nunca te ocurra. Podría decirse que es una ilusión hábilmente construida.

      En ese sentido, el apartado visual y el diseño de los niveles van de la mano. Solar Ash, básicamente, es un juego bonito y bastante sencillo, con una estructura también bastante sencilla, pero esos controles tan precisos y sus diferentes desafíos lo llevan a otro nivel. Honestamente, no soy muy fan de la estructura algo formulaica consistente en despejar entre 3 y 5 zonas corruptas para hacer que salga un jefe, derrotarlo y luego repetir los mismos pasos en la siguiente zona, pero aquí no me ha molestado para nada. Para mí tiene que ver básicamente con dos cosas. La primera es que el juego forma parte de un clúster de juegos en plena vorágine, en los que el simple hecho de moverse por el mundo es extremadamente satisfactorio.

      Al mantener pulsado L2, Rei empieza a patinar como si llevara botas aerodinámicas a propulsión, y, como tiene la capacidad de hacer un doble salto, acelerar aún más con ese impulso y alcanzar lugares de difícil acceso con su gancho, puede atravesar la mayoría de los obstáculos con velocidad y gracia. Esto hace que explorar el mundo sea un placer y, por suerte, ese mundo en ruinas es un lugar que merece la pena explorar. Los puntos de interés son fáciles de identificar, pero para escalar los distintos edificios hace falta curiosidad y persistencia. Como recompensa a tu curiosidad, te encontrarás con las mencionadas áreas de corrupción, reliquias de antiguos exploradores del vacío, que no sólo aportan un lore interesante, sino también trajes alternativos de aspecto elegante que mejoran la potencia de ataque o reducen el tiempo de enfriamiento de tu habilidad de ralentización. También hay tres misiones secundarias bastante relacionadas que proporcionan cierta información sobre las otras figuras trágicas atrapadas en el Ultravacío. En el contenido secundario se prioriza la calidad sobre la cantidad y, de hecho, le da más contexto a tu objetivo principal.

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      La otra cosa que evita que la estructura se vuelva muy repetitiva es el diseño de las zonas corruptas y la forma en que Heart Machine se las arregla para hacer que evolucione y se ramifique su diseño. Cada zona es un pequeño acertijo de orientación en el que deberás darles, en orden, a una serie de elementos en forma de jeringa ciñéndote a un cierto límite de tiempo para poder enterrar tu lanza en el ojo de la corrupción, literalmente. Al principio, es bastante fácil averiguar la ruta hacia el éxito, pero los desafíos requieren que analices primero tu entorno, especialmente en las dos últimas zonas. A lo largo del juego, Heart Machine introduce nuevos elementos, como las setas, que forman raíles orgánicos sobre los que puedes avanzar en diferentes direcciones, dependiendo del ángulo desde el que las golpees. De esta manera, puedes remodelar el mundo para que se adapte a tus necesidades. Nunca pasa de moda descubrir la solución a una zona difícil y luego ejecutar el plan con saltos, carreras y golpes precisos, pero incluso los planes mejor trazados están en riesgo de verse obstaculizados por los enemigos del juego.

      Sólo hay unos cuantos tipos de enemigos y el combate parece más una parte del sistema de desplazamiento que una mecánica central, pero usar el ataque único de Rei resulta gratificante y la capacidad de ralentizar el tiempo, apuntar y acortar la distancia con un oponente usando el gancho funciona a la perfección. A veces, el mayor desafío es, ciertamente, llegar a la misma zona del desafío. En una de las mencionadas esferas inspiradas en Super Mario Galaxy, me di literalmente con la cabeza contra la pared al intentar escalar una pared de roca vertical que había en un lado de la esfera antes de darme cuenta de que era posible atravesarla en vez de rodearla. A primera vista, no parecía que fuera posible, pero al cambiar la dirección de uno de los raíles de las setas apareció una ruta nueva y más útil. En Solar Ash aparecen continuamente esos pequeños momentos "eureka" en los que un descubrimiento aparentemente pequeño lleva a la solución de un problema o da acceso a una parte completamente nueva del mundo, cosa que le da mucho más valor al juego.

      Mientras que la mayoría de los desafíos incluyen puzles de navegación, las batallas contra los jefes finales son pruebas puramente de plataformas. Al igual que en Shadow of the Colossus, primero tienes que escalar las enormes bestias que se interponen en tu camino, pero esa es la parte más fácil. El verdadero reto consiste en golpear los objetos en forma de jeringa que hay repartidos por el cuerpo de estas criaturas lo suficientemente rápido como para llegar al ojo de la bestia a tiempo de clavarle tu lanza. En ese sentido, no luchas en un sentido tradicional, sino que saltas, corres y te impulsas sobre tu enemigo. Cada jefe tiene tres fases y el camino hacia el ojo cambia en cada una, por lo que es imprescindible calibrar por completo la memoria muscular de la fase anterior. Como colofón a tu paso por una zona, cumplen su función con creces. Puedes cazar varios de ellos para completar cada territorio; uno es, por supuesto, aéreo, y mi favorito desde luego está en una esfera separada, lo que deja el mayor sabor a Super Mario Galaxy que noto en un juego desde desde... Bueno, desde Super Mario Galaxy 2. No os voy a arruinar la sorpresa de algunos de los encuentros con demasiados detalles. En vez de eso, me limitaré a destacar la excelente banda sonora de Disasterpiece, que realmente destaca en estos encuentros, y la sonrisa que se me dibuja en la cara una y otra vez gracias a las trepidantes y gratificantes secuencias.

      Pero Solar Ash no es solo un juego de plataformas a gran velocidad en mundos irreales habitados por enormes bestias. Para rematar, Heart Machine le infunde una dosis de narrativa profunda. Mientras que Hyper Light Drifter se apoyaba en las imágenes y en la emotividad para contar su historia, Solar Ash es más explícito e incluye diálogos en cantidades sorprendentes. El resultado es que pierde algo de su misticismo y cierto toque poético; y algunas veces, los 'vómitos de lore' de la IA CYD, nuestro compañero de aventuras, no gozan precisamente de la mejor presentación, pero el enfoque también rema a favor de que sea un universo más rico, en gran parte gracias al contenido secundario que se centra en los ex-exploradores del vacío y las criaturas perdidas en el Ultravacío. Los temas del complejo de Dios, el pecado y el perdón y el cambio climático le dan peso a la narrativa y, aunque no todo encaja perfectamente, hay que reconocer la ambición de Heart Machine.

      Solar Ash es uno de esos juegos que tienes que jugar para entenderlos de verdad. La sensación es tan guay cuando aceleras justo antes de un precipicio sin fondo, haces un salto de fe, te salvas de caer en el vacío alargando el salto con un punto de agarre y aterrizas en un raíl, que te lleva a las nubes con total facilidad. Es frenético y rápido pero también entiende la importancia de dejarte reflexionar sobre tu viaje y sobre tu entorno. A diferencia de muchos juegos actuales, no depende de un flujo constante de habilidades y mecánicas nuevas para mantenerse fresco, sino que se apoya en la propia jugabilidad y el diseño de niveles que evolucionan constantemente. Una elección valiente de diseño que da increíbles frutos. Heart Machine ha dado en la diana con dos juegos muy diferentes y me muero de ganas de saber qué será lo próximo.

      Solar Ash
      Solar Ash
      09 Gamereactor España
      9 / 10
      +
      Excelentes controles, fantástico diseño de niveles, un mundo hermoso e irreal, banda sonora magnífica, jefes épicos.
      -
      El combate es un poco simple y la narrativa se desequilibra en algunos momentos.
      overall score
      Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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