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The Elder Scrolls V: Skyrim

Análisis de The Elder Scrolls V: Skyrim Special Edition

Han pasado los años y eso pesa para todos. La remasterización es solo un lavado de cara.

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Hay pocos juegos que inviten a jugar tantas horas en solitario como The Elder Scrolls V: Skyrim. Para mucho sigue siendo la obra maestra de Bethesda y uno de los mejores RPG de fantasía jamás lanzados. Puedes ser un mago noble o un ladrón. Un hombre lobo, un vampiro o quien se encarga de cazarlos. Puedes casarte y adoptar hijos o unirte a una liga de asesinos. Skyrim es un juego sensacional, y cuando se estrenó en 2011 incluso entró a competir por el título del mejor de todos los tiempos. Pero ahora estamos en 2016 y han llegado otros como Dragon Age: Inquistion, Divinity: Original Sin, The Witcher 3: Wild Hunt, Dark Souls o el Fallout 4 de la propia Bethesda. ¿Puede ser relevante Skyrim hoy en día? Sí, pero no en el mismo grado.

Porque sigue siendo un juego magnífico, pero algunos elementos no han envejecido tan bien, e incluso hay algunos que no pueden ser pasados por alto como en su momento. Aun peor es el hecho de que esta remasterización no consiga impresionarnos, sobre todo teniendo en cuenta que es una de las más caras que se han hecho hasta la fecha, cuesta más que algunos recopilatorio con varias entregas como el de Bioshock o Batman: Arkham. Hay razones por las que Skyrim Special Edition es un poco decepcionante, pero eso no hace que perdido todo su encanto.

Como RPG, de los de verdad, sigue siendo una de las opciones más sólidas. A diferencia de otros juegos como la tercera parte de The Witcher o Inquisition, en los que tienes que seguir un papel concreto, aquí conservas la libertad para tomar las decisiones que estimes oportunas. Eso se hace notar en la jugabilidad, que no está limitada por las típicas clases. Puedes evolucionar en un mago que utiliza armadura pesada o un maestro de las ilusiones y el vampirismo. Puedes ser un guerrero que lanza rayos con una mano y sostiene un escudo en la otra. El sentido de independencia es total, aunque tiene un coste.

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Al ofrecer tantos caminos y posibilidades por las que tirar hay muchas opciones de que crees un personaje descompensado, demasiado fuerte o demasiado débil. El problema crece si se tienen en cuenta los niveles de dificultad porque puedes acabar con un gran juego totalmente descompensado. Por ejemplo, un mago puede tener muchas dificultades en la aventura porque es más fácil encontrar armas que conjuros. Ser un asesino sigiloso es uno de los aspectos más divertidos de usar pero el juego no está diseñado para sacarle partido y estará casi perdido en las muchas situaciones de combate a pecho descubierto.

Otro factor de desequilibrio fundamental tiene que ver con la forma en la que el juego trata de ajustar el nivel de algunos enemigos al del jugador. Por ejemplo, puedes meterte en una fortaleza y luchar con cierta facilidad con los bandidos que haya allí porque son de nivel inferior, pero cuando te encuentras con el líder de grupo, que se equipara en poder a ti, se vuelve mucho más complejo. Son picos de dificultad absurdos.

También se le empieza a notar la edad a las propias mecánicas de juego. Se puede jugar en tercera persona, pero no es práctico, y el sistema de combate ya deja sensaciones de estar pasado, sobre todo cuando se lanzan conjuros y en el cuerpo a cuerpo. Sigue funcionando y se le puede seguir sacando provecho (jugar con un arco parece la opción más cómoda) pero hay que reconocer que ya no está a la altura de los RPG modernos.

Lo que más destaca de The Elder Scrolls V: Skyrim Special Edition es su mundo. Más allá de que sea gigantesco, los escenarios están repletos de personajes interesantes, misiones bien escritas y muchos misterios que esperan ser descubiertos. Lo mismo llegas a un pueblo en el que todos los habitantes están sufriendo pesadillas terribles que te cruzas con un grupo de guerreros hombres lobo nobles. Las mazmorras, las ciudades y el diseño del mundo en general es sensacional, sobre todo si tenemos en cuenta ese tamaño. Hay muchos pocos juegos que puedan plantarle cara en la relación calidad/cantidad, y eso se hace notar aun más con las expansiones Dawnguard y Dragonborn, ambas incluidas. Si el juego base ya da para más de cien horas, con estos añadidos hay unas cuantas docenas más.

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Y por último están los mods, algo que los jugadores de PC han estado disfrutando desde hace años y que por fin llega a las consolas. Pero no de la misma forma porque si en Xbox One sí se hacen notar, en PS4 tienen menos recorrido debido a las restricciones de Sony a archivos de máximo 1GB de peso (frente a los 5GB permitidos por Microsoft) y a la limitación a los materiales del propio juego. Así que hay muchos más para una que para otra. También son un añadido para la versión de PC porque como la versión original corría en un motor 32-bit había muchos problemas para trabajar bien, pero la nueva ya trabaja en 64-bit y se ha limitado la restricción de RAM máxima a usar, lo que abre un nuevo horizonte a las creaciones de los fans.

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Pero el elemento más importante de Skyrim Special Edition es la remasterización en sí misma. Hay muchas mejoras en comparación con el título original, sobre todo en las consolas. El trabajo de sombras ha cambiado radicalmente, la iluminación es muy superior, las texturas tienen más calidad, ha aumentado la resolución, los tiempos de carga se han reducido a la mitad, hay más detalles y la tasa de refresco de la imagen es de 30fps estables, sin caídas como las sufridas previamente. ¿Pero es esto suficiente como para diferenciarse? Realmente no. Es fácil apreciar la mejoría, está claro, pero en ningún momento consigue impresionar visualmente. Si a alguien que no ha jugado mucho no le pones uno al lado del otro puede que solo aprecie ciertos cambios, sobre todo si viene de la versión de PC. Hay mods que han llegado más lejos que esto.

Estamos ante una remasterización decente, pero no más que eso. Y desde luego que no se merece los 59,99 euros que Bethesda pide por él, sobre todo sabiendo que se puede conseguir el antiguo en rebajas a un precio de risa. Si hubiera estado en torno a los 30 euros, o incluso los 40 euros, podría haber sido más justo, sobre todo considerando otras remasterizaciones de estos días. La cosa es más justa en PC porque, además de que es más barato, quienes tuvieran el antiguo y las expansiones se llevan el nuevo gratis, algo que nos hace preguntarnos con más insistencia qué le ha dado a Bethesda con los jugadores de PC.

Por tanto, la pregunta definitiva es: ¿ha merecido la pena traerlo de vuelta? A este precio no. No hay suficientes cambios como para que le recomendemos a alguien pasar 100 horas con este título en vez de con el original, no hasta que esté rebajado. Pero sí para quien no tenga otra alternativa y no haya jugado nunca a esta joya y esté interesado en el género porque The Elder Scrolls V: Skyrim Special Edition es de esos juegos que hay que haber jugado.

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08 Gamereactor España
8 / 10
+
Un juego brillante, como siempre. Una experiencia más cohesionada que en el original. Tiene soporte para mods en consolas.
-
Su precio es demasiado alto. Se esperaba más del trabajo de remasterización. Algunos elementos del juego no han envejecido bien.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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