The Witcher - Temporada 1

Se pregunte a quien se pregunte, en el entorno de los videojuegos y la ciencia ficción, la serie más esperada por la mayoría de aficionados es The Witcher, que se acaba de estrenar en Netflix este 20 de diciembre. La trilogía de CD Projekt Red tiene muchísimos fans, sobre todo gente entre 15 y 35 año. Y gran parte de este público ha dado el paso de leerse después los libros, que son algunos mejores y otros peores. Pero lo que Andrzej Sapkowski no siempre ha ofrecido calidad literaria, lo ha hecho construyendo un universo muy rico y diverso. Así que la nos alegramos en primer lugar de que esta sea la base de la adaptación a la televisión.

Hemos visto los ocho capítulos del tirón, como un maratón, y eso es un halago para la mujer que ha puesto todo es marcha, Lauren Schmidt. Ha escogido y colocado las piezas para crear una narrativa coherente que captura tanto el tono de los libros como el de los videojuegos, que es el medio por el que la mayoría de nosotros conocemos a Geralt de Rivia. Además, lo han clavado con el reparto, sobre todo en lo que se refiere a la cara más conocida y más importante y a su pareja de situación. Henry Cavill ofrece una actuación excepcional y constante para dar vida a un personaje que conoce a la perfección de haber interactuado con él. Sus exaltaciones están en su punto, y las escenas que comparte con el peculiar bardo Jaskier son de lo mejor de toda la serie. Ha sido capaz de capturar tanto la seriedad y solemnidad del brujo como su lado sarcástico y juguetón, capaz de sacarte una sonrisa soltando una frase seca.

Las escenas de acción de The Witcher también son formidables, sobre todo cuando se trata de esos combates coreografiados, perfectamente aprendidos por un ágil Cavill tras muchos ensayos. Los duelos a espada están a la par con los mejores de la serie Juego de Tronos, aunque aquí no son tan habituales. Hay que esperar casi una hora hasta que llega la primera batalla real, en el primer episodio, y esa es más o menos la tónica habitual. No queremos decir que vayáis a echar de menos un poco más de acción, pero lo cierto es que hay algunas revueltas a la trama que no le hacen ninguna falta a los capítulos.

Como en los juegos y en las películas, sabíamos que no iba a faltar, en la serie de The Witcher hay desnudos y hay sexo. En este mundo televisivo de hoy en día ya casi que esperamos que fantasía y erotismo vayan de la mano, solo que en este caso hay momentos que nos ha parecido cutre. No criticamos que lo hayan introducido, pues no deja de ser un elemento más, pero no está al mismo nivel.

Geralt y Jaskier no son las únicas caras conocidas con las que nos hemos topado en esta primera temporada. Ahí están Yennefer, Triss y Ciri, ya que esta última va precisamente de cómo se encontraron esta última con el protagonista. No lo cuenta cronológicamente, sino que salta adelante y atrás, pero de una forma que queda integrada con muchísima naturalidad. Hay ocasiones en las que es obvio que se ha hecho para racionar la acción entre episodios y que no quede todo en bloques. Pero la consecuencia es que al final la maga acaba saliendo mucho y, sinceramente, eso no nos hace tanta ilusión. De hecho, el mayor problema que le hemos encontrado es precisamente que pasa demasiado tiempo atendiendo a otros personajes que no son el protagonista.

Por ejemplo, nos hemos pasado bastantes minutos conociendo los principios de Yennefer con la magia. Al principio es muy interesante, pero cuando descubres que es uno de los hilos troncales de la toda la trama y no un detalle puntual de un episodio... es para resoplar. No ha sido esa la única vez que se nos ha bajado el impacto y hemos echado una miradita furtiva al móvil porque nos estaban contando cosas no del todo interesantes. También hemos pasado bastante tiempo con Ciri, en secuencias completamente distintas a las de los otros. Por qué están tan divididas las apariciones en pantalla, pues no lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que al final Geralt pierde gran parte del protagonismo y, por mucho que se han esforzado en que los otros personajes también tengan gancho, no es lo mismo.

Es como si dejara de importarnos un poco cada vez que los ojos amarillos desaparecen del plano de cámara. Tampoco es para escandalizarse, es un riesgo de cada producción que se divide en muchas subtramas y en todas hay favoritos.

Como decíamos, el reparto es bueno en su mayoría y estamos satisfechos con las actuaciones. Hubo debate desde el momento de la elección de las actrices en que habían escogido pieles y pelos más morenos que los que transmite la serie, y es cierto que choca encontrarse a una Triss que no sea pelirroja al principio. Un detalle que no nos ha gustado es el trabajo con los ojos de Cavill, que no es por posproducción sino con lentillas y, dada su importancia, ese ahorro de presupuesto le quita cierto prestigio, cierta intensidad.

The Witcher de Netflix es una buena serie en general, pero a veces tiene fallos estructurales y de ritmo. Está claro que están aprendiendo de Juego de Tronos, de lo bueno y de lo malo, como guardarse cosas para no cagarla en el final. Pero no es tan entretenida como la de HBO. Si el juego hubiera tenido tantas misiones secundarias como esta serie, seguro que no hubiera triunfado tanto, y mucho menos si nos hubieran obligado a jugar las campañas de Yennefer y de Ciri por separado, dejando de lado a Geralt.

La primera temporada está completa y por suerte vendrá al menos una más. Por suerte, porque creemos que tiene mucho potencial infrautilizado y solo lo aprovecha en su apartado visual. Lo que pasa es que estamos en 2019 y no es fácil impresionar a los espectadores con planos de paisajes y fotografía. Son sus monstruos, lo profundo de su universo y ese protagonista tan superior los que hacen que The Witcher sea única. Volveremos a vernos.