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Un E3 que lo cambia todo para siempre

La llegada del público generalista, con entrada en mano, va a obligar a una adaptación total de los programas y los espacios del show.

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Es algo irónico que el E3 abra sus puertas al público formalmente este año, porque por mucho que sea una demanda histórica de la comunidad de jugadores, es improbable que los visitantes le saquen todo el juego a los 250 dólares que han pagado por su entrada. No hay que exagerar, seguro que muchos sí lo hacen porque en el ambiente de Los Ángeles hay algo que sigue siendo superior al resto, pero la feria que les espera no va a ser mucho más impactante que una PAX o una Gamescom, que tienen precios mucho más asequibles. Puede que hacer una larga cola para probar Project Scorpio, Super Mario Odyssey, Call of Duty: WWII o Days Gone antes que sus amigos (si no van de acompañantes) sea suficiente para algunos. Aunque os aseguramos que jugar a esos cuatro sin tener ningún acceso prioritario en los dos días y medio que dura la feria va a suponer una mezcla de carreras y esperas poco recomendable.

Echando la vista atrás, a los dos últimos años, no recordamos que el E3 haya sido tan intenso en lo que al showfloor se refiere. La percepción que el público se lleva desde sus casas corresponde principalmente a lo que se va mostrando en las conferencias y vídeos de los días previos. Y, siendo sinceros, lo que hay dentro del Convention Center no es ni mucho menos tan llamativo, ya que la mayor parte de los editores dan prioridad a la prueba de los lanzamientos más cercanos y alguna presentación en pequeñas salas de los títulos que ni siquiera están todavía en formato jugable.

Se entiende perfectamente que el E3 haya decidido este cambio de sentido. Está muy claro que los 15.000 visitantes van a tragar colas en las zonas habilitadas para el público mientras que los profesionales, o al menos los que tengan mejores acuerdos con las editoras, van a tener espacios reservados a puerta cerrada o en zonas más libres, como ya pasaba en los años anteriores. Como de momento no tenemos ningún indicio de que haya sido dividido como ocurre, por ejemplo, en la feria de Colonia, nos empieza a dar en la nariz que vamos a escuchar muchas quejas sobre desorganización, caos y pérdidas de tiempo.

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Al E3 2017 van a faltar algunas de las grandes, como también venía ocurriendo en las últimas ocasiones. Para empezar, no va a estar Electronic Arts, que insiste con su EA Play unos días antes y también abierto al público. Se aprovecha de todo el ruido y de la presencia de los periodistas en Los Ángeles, pero no compite con el resto. Tampoco va a estar Oculus como tal esta vez, aunque sí haya varios expositores de hardware con headsets. Ni estará ni se esperaba a Rockstar, aunque aquí no nos cabe duda de que Red Dead Redemption 2 habrá encontrado un buen aliado que le dé presencia en Sony, en Microsoft o en ambos. Take-Two, por tanto, se queda más bien como 2K Sports, dependiendo de NBA, WWE y poco más. Otra que no está nunca es Blizzard y va a seguir siendo así. De hecho, el último título suyo que recordamos es Starcraft: Ghost.

También se va a echar en falta a una compañía que viene creciendo mucho, Starbreeze, sobre todo ahora que Dead by Daylight está a punto de llegar a consolas y han firmado acuerdos muy interesantes para llevar juegos como Psychonauts 2 o System Shock 3. Y bajando de ahí son cada vez más los editores medianos y pequeños que no van a la feria porque no encajan ni en sus planes ni en sus presupuestos de marketing, y tienen la sensación de que sus anuncios quedan totalmente eclipsados por los grandes. Aunque el E3 sea la feria más importante del mundo, está claro que no representa a todo el sector.

¿Quién será el siguiente? Bethesda, que de momento parece que está cómoda con la rutina de la conferencia previa anual, podría ser la siguiente en hacer las maletas. El Bethesdaland de este año sugiere que algo están tramando. Al menos podemos decir que Sega ha vuelto, y desde la adquisición de Atlus y su repunte en PC tiene un catálogo bastante amplio de cantidad, aunque no de géneros.

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Hemos estado en la última docena de ferias E3, empezando por la de 2005, que dejó como gran novedad las presentaciones de PS3 y Xbox 360, así como el gran 2006. También en el bienio oscuro que le siguió, incluido el destierro a Santa Mónica, así como los siguientes que han sido todos más o menos iguales. Hay muchos motivos para pensar que 2017 podría volver a ser aquel 2016, justo antes de un gran cambio. Ahora no se trata de irse a unos hoteles desperdigados por la playa, sino de abrirse definitivamente al gran público. Esta podría ser una prueba para comprobar si merece la pena reestructurarlo y partirlo en dos secciones, cada una de ellas dedicada a un tipo de asistente, o si hacerlo por días como en el Tokyo Game Show, pero siempre sin salir del Centro de Convenciones. ¿Sería suficiente para convencer de que vuelvan a los que se han ido? No lo parece. Por mucho que le faltara organización, el EA Play atrajo muchas miradas a Star Wars Battlefront y Battlefield 1, sin competencia directa. Probablemente ocurra lo mismo este año con lo que tienen preparado.

Probablemente sea más fantasioso de lo que parece. Un E3 totalmente publico seguramente se acabaría centrando en los eSports y en el free-to-play para acabar deviniendo en lo que ya son los PAX en Norteamérica, la Gamescom en Europa y el TGS en Japón. Convertirlo en otro show público, por mucho que sea el más importante, podría incluso echar a perder esa magia y ese misticismo que sigue acompañando a cada cita. Y, por tanto, más compañías se plantearían salirse. Pero la organización ahora está en un aprieto. Solía haber muchísimos compradores de tiendas y cadenas, muchísimos trabajadores de otras partes del sector haciendo fila para jugar novedades y saber qué es lo que viene. Pero de esos ya quedan menos y hay que llenar el hueco. Que descienda el número de asistentes no da muy buena imagen a no ser que sea completamente a propósito, y creemos que esa es la principal razón por la que se ha abierto las puertas a un número tan concreto de público. Hay que mantener la imagen como sea, y colocando a los jugadores en el foco es una forma de conseguirlo.

El estatus del show es precisamente la razón que empuja a las compañías a gastar tanto dinero en estos tres días y pico. Nada tiene el impacto mainstream que sigue logrando el E3 en el centro de Los Ángeles y eso quedó muy claro con aquella versión reducida de Santa Mónica. Sin el showfloor, sin los cartelones del Staple Center, sin los periodistas tuiteando desde el Staples Center y el LA Live, sin todo eso, se pierde el espectáculo. Probablemente sea la única semana del año en la que los videojuegos consigue hacerse un hueco en los telediarios sin que sea por alguna razón polémica o por algo relacionado con las cifras, tan solo por lo que son. Es una forma de crear una espiral positiva que aporta ingresos y legitimación. Eso lo vale. La tele necesita algún tipo de espectáculo y ajetreo para demostrar que hay interés; y los medios de comunicación de masas buscan la tendencia, los juegos de moda, de los que no volverán a hablar si no es una sección arrinconada.

Un E3 que lo cambia todo para siempre

También ha habido un gran cambio en la comunicación. En los propios medios, en los 'influencers, los youtubers y los streamers. Al levantar la vista te encuentras con un panorama diferente. Quizá haya editores que no encuentren sentido a ese escenario, que no sean capaces de encontrar el interlocutor que están buscando. Para ellos es mucho más sencillo invitar a una docena de personas que conocen bien a un evento cerrado en el que controlen mejor las coberturas resultantes y justificar de ese modo cualquier tipo de gasto. Por otro lado, cada vez hay medios "oficiales" que hacen prácticamente lo mismo que el resto y que va expulsando a la prensa independiente, como el Treehouse de Nintendo o Major Nelson. Es una tendencia que afecta a la industria en todo momento, y por eso en una gran feria como esta no es menos, más bien al contrario, se intensifica su efecto. No cabe duda de que las first-parties van a cambiar lo que haga falta en su beneficio.

Ganar el E3 no es siempre sinónimo de vender más y mejor, pero ser capaz de hacer una buena demostración es una de las conferencias importantes puede ser determinante para el futuro de un juego, especialmente para las nuevas series que tienen tan solo unos minutos de ese atracón para marcar y ser recordadas. El inicio de esta generación es muy simbólico: Wii U nació muerta con un Reggie Fils-Aime incapaz de explicar si aquello era un mando o una consola, y PS4 se merendó a Xbox One con la estrategia de no hacer nada y esperar a que Microsoft la cagase una vez tras otra. El resto tiene poco que hacer, un juego mediano o pequeño no va a ser la estrella.

Las grandes editoras se van a gastar lo que haga falta de su presupuesto de marketing estos días para intentar que su juego (o sus juegos) consigan generar mucho ruido, se lleven premios, aparezcan en las listas de Lo Mejor del show y acumulen millones y millones de visitas en YouTube. Así se cuajó el éxito y fiasco de Watch Dogs, por citar uno de muchos. Es, por tanto, un privilegio que está reservado prácticamente para esas grandes cuentas que pueden competir en ese segmento. Siempre ha sido así y parece que no va cambiar, por eso seguimos con la duda de cuál es el papel de las editoras medianas y pequeñas y cuánto más van a resistirlo. Aún así, parece que la industria como tal sigue siendo feliz de acudir a este derroche, de arriesgarlo todo por una vez al año.

Un E3 que lo cambia todo para siempre

El E3 está en una posición en la que el cambio asusta, pero es necesario para seguir siendo relevante y conservar sus privilegios. Una situación extraña y peligrosa, pero que al menos tiene salida si ESA, la organización, consigue encontrar el formato que necesita y que garantice su continuidad en el tiempo. Tiene que ser capaz de atraer a las compañías, a los informadores y al público. No pueden faltar ni juegos para jugar quienes deseen jugarlos. El público se va a convertir en una constante en los años que viene, pero que siga o no los pasos de la Gamescom o el TGS es algo distinto. Nos vamos para allá que está a punto de empezar. Os seguiremos contando.



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